Consecuencias de vivir en el espacio


Pérdida de visión y aplastamiento de los ojos:
El análisis de 27 astronautas de la Estación Espacial Internacional muestra un aplastamiento en los globos oculares. El fenómeno se achaca al aumento de presión intracraneal. Muchos astronautas notan cambios en su visión al regresar, porque la separación entre los elementos del ojo ha cambiado y ven mejor de lejos y peor de cerca.

Cataratas del astronauta:
La exposición a la radiación cósmica hace que los astronautas sean especialmente propensos a desarrollar cataratas. La radiación ionizante produce cambios en el ADN y puede ser especialmente dañina en las células del cristalino, con consecuencias a largo plazo. En las misiones Apolo los rayos cósmicos provocaban que los astronautas vieran fogonazos con los ojos cerrados: las partículas estimulaban el nervio óptico.

Redistribución de los fluidos corporales:
La ausencia de gravedad hace que la sangre y otros fluidos se muevan de forma distinta. A esto se debe la "cara de pan" que se les pone a los astronautas en el espacio.

Debilitamiento del sistema inmune:
El aislamiento y la falta de sueño provocan un debilitamiento de los linfocitos tipo T y los astronautas son más propensos a coger infecciones. Esto se ha comprobado también en misiones en la Antártida.

Menos glóbulos rojos:
Consecuencia de los cambios de distribución de los fluidos, se disgrega el plasma por el flujo sanguíneo y se reduce la producción de glóbulos rojos, que también cambian de forma y se vuelven más esféricos. Al regresar a Tierra recuperan su forma habitual.

Cambios en el corazón:
Al no tener que vencer la fuerza de la gravedad, el corazón trabaja menos en el espacio. También se trata de un músculo, de manera que su falta de uso provoca una atrofia. Estudios del Johnson Space Center demuestran que los astronautas sufren una diminución significativa de la masa cardíaca tras largas estancias en el espacio: esto provoca tensión baja y propensión a los desmayos tras regresar de una misión.

Descalcificación de los huesos:
La ausencia de gravedad provoca que el organismo excrete más calcio y fósforo de lo normal, lo que provoca un debilitamiento de los huesos. Se calcula que los astronautas pierden alrededor de un 1% de su masa ósea por cada mes que pasan en el espacio. Una estancia demasiado larga podría provocar daños irreversibles. Los cambios más radicales se producen en la pelvis, el fémur, la columna vertebral y los talones. Se combate con calcio y ejercicio.

Síndrome de adaptación espacial:
Se produce por la adaptación del sistema vestibular a la ingravidez. Puede ir desde náuseas a dolores de cabeza y vómitos. Puede durar de dos a tres días. Es parecido al mareo que podamos tener al ir en montaña rusa, coche, tren o barco, pero más prolongado y fuerte.

Problemas de sueño:
Las primeras misiones los astronautas se dieron cuenta de que el cuerpo humano necesita estar apoyado para dormir, por lo que se amarraron a las camas en lugar de estar flotando para poder conciliar el sueño. A pesar de las rutinas, el ciclo de sueño se altera en el espacio y la no distinción entre el ciclo día/noche provoca alteraciones en los ritmos circadianos, una especie de jet lag espacial.

Atrofia muscular:
Las células musculares se encogen y atrofian por la falta de uso. En una misión de entre 5 y 11 días un astronauta pierde alrededor del 20% de su masa muscular. Muchos de los músculos que usamos en la Tierra (espalda, cuello, etc) dejan de usarse en ingravidez, de ahí el deterioro. Se combate con dieta, ejercicio y estimulación eléctrica.