Pese a que el gobierno de China ya utiiza cohetes para provocar lluvia en la atmósfera de forma artificial, el método que utilizan no es eficaz ni cumple las normativas vigentes. Dentro de cinco años aproximadamente podremos contar con la tecnología suficiente para crear lluvia de forma artificial, eficiente y respetuosa con el medio ambiente,gracias a la NASA. El proyecto, que se podrá aplicar a zonas subtropicales como España durante el verano, podrá solucionar problemas de desertización sustituyendo algunas medidas polémicas como los trasvases y las desalinizaciones del agua del mar. El experimento comenzará en Israel y podría ser aplicado en España. Otras de las condiciones para la viabilidad del proyecto, es que su ubicación sea cercana a zonas con altos niveles de humedad por su situación cercana al mar, cuencas de ríos y demás accidentes geográficos con alta densidad de vapor de agua. Es el proyecto que el especialista en modelado atmosférico de la NASA, León Brenig, ha presentado hoy en Madrid, en el marco de los cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, el proyecto 'Geshem' (lluvia en hebreo).
La lluvia artificial se basa en las denominadas "islas de calor", definidas como regiones de una determinada superficie con una temperatura significativamente superior a la de sus alrededores. Este fenómeno tomó relevancia con el crecimiento de las ciudades en el último siglo, pudiéndose observar anomalías atmosféricas como lluvias periódicas y previsibles en el entorno. Aún en proceso de desarrollo, el proyecto 'Geshem' intentará simular el fenómeno de la isla de calor mediante la colocación de una película de color oscuro de baja reflexión en una superficie de dos kilómetros. Esta superficie será capaz de alcanzar altas temperaturas y así favorecer la dilatación del aire y del vapor de agua que contiene. El vapor asciende rápidamente al mismo tiempo que se va enfriando y, a los 1.000 metros de altura, empieza a condensarse para, a continuación, provocar precipitaciones.
Según el calendario previsto, la primera prueba se realizará en el desierto del Neguev en Israel a 150 kilómetros de la costa una vez se disponga del material, que ha de ser biodegradable para evitar la contaminación y barato para que su aplicación sea rentable. El proceso de investigación se puede prolongar hasta cinco años y no tendrá consecuencias negativas para el medio ambiente por lo que lograría resolver los problemas de flora y fauna que los trasvases y las desalinizaciones provocan. El proyecto, que corre a cargo de la NASA y de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y la de Ben Gurión, en Israel, junto a la empresa de material agrícola Ecotex, se encuentra en su fase inicial y tiene previsto realizar una primera prueba en territorio de Israel el año que viene.
Según el calendario previsto, la primera prueba se realizará en el desierto del Neguev en Israel a 150 kilómetros de la costa una vez se disponga del material, que ha de ser biodegradable para evitar la contaminación y barato para que su aplicación sea rentable. El proceso de investigación se puede prolongar hasta cinco años y no tendrá consecuencias negativas para el medio ambiente por lo que lograría resolver los problemas de flora y fauna que los trasvases y las desalinizaciones provocan. El proyecto, que corre a cargo de la NASA y de la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, y la de Ben Gurión, en Israel, junto a la empresa de material agrícola Ecotex, se encuentra en su fase inicial y tiene previsto realizar una primera prueba en territorio de Israel el año que viene.